sábado, 5 de noviembre de 2016

Leyenda de El dragón de Wawel. Adaptación de la antigua leyenda de Polonia

Buenas tardes Óscar y Gonzalo. Como ya he visto que me decíais que alguno de los ejercicios que os dejé de las reglas de la acentuación era muy fácil, vamos a repasar tanto las palabras agudas, llanas o esdrújulas, como las palabras con “B” y “V”,  y con “LL” y “Y”. ¿Listos?

Esta actividad consistirá en que me corrijáis las palabras tanto en rojo como en azul. Si una palabra está en azul, te indicará que una de sus letras es incorrecta, y si la palabra está en rojo te indicará que debes corregir su acentuación. Debéis contestar escribiendo las palabras correctamente. ¿Preparados?


Según cuenta una leyenda polaca, hace muchos siglos, en las tierras gobernadas por el principe Krakus, empezaron a suceder hechos muy extraños que nadie lograba comprender.
Dice la historia que en sus dominios había una colina conocida como la colina de Wawel. Un día, sin saber por qué, comenzaron a faltar personas
que vivían en los pueblos colindantes, gente que de repente un día se esfumaba y de la que nunca jamás se volvía a saber nada. Por si esto fuera poco, los pastores empezaron a notar también que, cada vez que hacían recuento de ovejas, en sus rebaños siempre faltaba alguna.
Los habitantes de la zona estaban desconcertados ¿Cómo era posible que personas y animales desaparecieran como si se los hubiese tragado la tierra? Algo iba mal, pero nadie tenía ni idea de cómo solucionar el místerio.
Un día, un muchacho que paseaba por la colina, descubrió una enorme cueba tapada por unos matorrales. Asomó la cabeza y se quedó paralizado de miedo: allí dentro dormía un dragon berde de piel briyante y tamaño descomunal .Tenía un aspecto que daba pavor y cada vez que roncaba, las paredes de la cueva vibraban como si fueran de papél.
Temblando como un flan salió pitando de allí y bajó al pueblo más cercano para avisar a todo el mundo. Después, fue al castiyo para comunicárselo también al príncipe Krakus, quien consciente de la terrible amenaza  que suponía el reptil alado, mandó a los soldados más valerosos de su ejército a luchar contra él.
Un grupo enorme, armado hasta los dientes,  tomó rumbo a la colina con una única mision: ¡abatir al temible enemigo!  Pero el dragón, que ya estaba despierto, vio que el ejército se acercaba  e intuyó que iban a por él.
Muy airado, salió de su guarida, cogió aire y los expulsó de allí lanzando bocanadas de fuego por su enorme voca. Los soldados salieron volando como muñecos de trapo, enbueltos en una especie de huracán caliente y con el culo un poco chamuscado.
Evidentemente, la operación resultó un frácaso. El dragón era demasiado fiero, demasiado fuerte y demasiado peligroso como para acercarse.
El príncipe Krakus, como último recurso, promulgó un bando real: quien consiguiera vencer al  monstruo, se casaría con lo que él más quería: su dulce hija Wanda.
Una noticia de tal magnitud no tardó en extenderse como la pólbora y llegó a oídos de un joven y guapo zapatero. El muchacho, que era muy humilde pero inteligente como el que más, decidió intentarlo y elaboró un plan infalible.
¿Quieres saber qué hizo?… Consiguió la piel de un borrego, la rellenó con azufre y alquitran, y por la noche, cuando el dragón dormía, la colocó en la entrada de la caverna. En cuanto se despertó de su profundo sueño, el animal vio la falsa obeja, se relamió y la devoró con ansia.
La comió tan rapido y con tantas ganas, que al terminar sintió mucha sed y bajó al río Vístula a beber. El agua penetró a borbotones en su inmenso estómago, y al entrar en contacto con el azufre y el alquitran que se había zampado sin darse cuenta, la tripa le explotó en mil pedazos.
El zapatero fue aclamado como un auténtico héroe y recibió todos los honores posibles, aunque el mejor de todos los premios, fue casarse con la hermosa princesa Wanda. Dicen que fueron muy, muy  felices, durante toda la vida.

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